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Joel Julián G. N., de 40 años, fue identificado como la víctima de un ataque armado ocurrido en el cruce del periférico Francisco R. Almada y la avenida Nueva España. El homicidio, reportado poco antes de las 18:00 horas, ocurrió a plena luz del día en una zona que cuenta con cámaras de seguridad de la policía, lo que pone en entredicho su eficacia al no haber, hasta ahora, evidencia clara de los responsables.
Según el relato de Karely Gisel, de 22 años y esposa de la víctima, quien también viajaba en el auto al momento del ataque, dos hombres descendieron de un Nissan Altima oscuro, con la parte trasera dañada, tras interceptar el Lincoln MKZ negro en el que viajaba la pareja. A pesar de ser testigo directa, Karely salió ilesa. Sin embargo, el hecho de que ocurriera en un lugar vigilado plantea la pregunta: ¿Por qué las cámaras no aportan pistas claras para resolver este crimen?
La presencia de tecnología de vigilancia no ha ofrecido garantías de seguridad ni evidencia contundente para identificar a los agresores. ¿Son estas herramientas un simple adorno urbano o realmente funcionan? Las autoridades enfrentan ahora el reto de demostrar la utilidad de estos sistemas para esclarecer el caso y evitar que se conviertan en otro ejemplo de ineficiencia operativa.