El más reciente paseo de fin de semana del Presidente Andrés Manuel López Obrador tendría que haber encendido las alarmas de alerta en Palacio Nacional, en las oficinas de su Movimiento y en los cuarteles de precampaña de las “corcholatas”, como despectivamente llama el propio AMLO a quienes aspiran y suspiran por sucederlo.
¿La razón?
Porque paulatinamente está perdiendo el toque popular que, desde hace ya más de dos décadas fue acrecentando y que aún cree tener consolidado.
Dos muestras, tan solo:
1) En Colima, una manifestación de trabajadores a quienes la Administración estatal y el ayuntamiento de la capital colimota “acarrearon” al evento que encabezarían el propio titular del Ejecutivo Federal y, entre otros, la gobernadora Indira Vizcaino, portaban mantas y cartelones críticas a la llamada y aún no entendida, pero sí contradictoria, Cuarta Transformación.
Al grito de “¡justicia!” y “¡fuera!”, dirigidos a Vizcaíno, pero también a López Obrador, los trabajadores interrumpieron el discurso de la mandataria estatal.
Y tras ello, la tradicional catilinaria en voz del tabasqueño…
… que la manifiesta inconformidad y enojo de los empleados obedecía a la pérdida de privilegios y bla, bla, bla…
… lo cual hizo que los reclamantes se encabronaran todavía más.
Lo de siempre, pues.
Argucias y no argumentos que satisfagan la creciente inconformidad popular.
Un farsante autoritario
2) No le fue mejor al Presidente de la República por la tarde de ese mismo sábado, cuando, fuera de agenda, decidió viajar en una aeronave militar a Coahuila, justo a Sabinas Hidalgo, para tener presencia en el pozo donde, para ese momento aún se tenían esperanzas de rescatar a los mineros que permanecían bajo tierra y agua.
Un acto que contrastaba con sus ausencias en otras tragedias que afectaron a sus gobernados, como cuando decidió inundar la zona indígena, la más pobre de Tabasco; o cuando sobrevino el desplome mortal de la L12 del Metro de CDMX, por la corrupción y negligencia de, cuando menos, dos de sus “corcholatas”.
Cálculo político de por medio –las próximas elecciones para suceder a Miguel Riquelme— llegó al lugar, merodeó, habló con los rescatistas de los gobiernos federal y estatal y…
… ya de salida, se topó con una mujer que, a punto del llanto, le espetó: “Le agradezco que haya venido a tomarse la foto con mi dolor, (el) de mi familia y el dolor de cada uno de los que estamos aquí”.
También señaló que López Obrador acudió al sitio del siniestro sólo para tomarse la photo op.
“Gracias, espero y sus fotografías le sirvan para su política, gracias, muchas gracias por la grandísima visita que nos vinos a hacer”.
López Obrador está perdiendo el toque popular.
Ya no sólo los “hipócritas”, “demagógicos” , ligados a la “espectacularidad” del “conservadurismo”, los “fifís” sus “adversarios” están fuera de su ámbito de influencia.
Independientemente lo que digan sus amañadas encuestas –que reflejan como su renombre va en picada–, cada vez más la gente se informa y ve a AMLO como un farsante autoritario.
¿A poco no?
Indicios
En la administración foxista, el potosino Francisco Javier Sáenz, en funciones de titular de Trabajo y Previsión Social, recibió una andanada de críticas por la ausencia de inspectores de su dependencia en la zona carbonífera coahuilense, a raíz de la tragedia de la mina Pasta de Conchos, donde aún permanecen sepultados muchos de sus trabajadores. Y, cierto, hoy apenas hay unas pocas voces que se preguntan en dónde está la hija de Arturo Alcalde y de Bertha Luján, porque siendo como es un tema de carácter federal, Luisa María Alcalde Luján. ¿De vacaciones? ¿Gozando, nada más, de un prolongado week end? ¿De party, como dicen que acostumbra? Eso sí, de los inspectores de la STPyS, ni sus luces. * * * Las aspiraciones del senador Armando Guadiana Tijerina también han quedado sepultadas tras la tragedia de Agujitas, en Sabinas. Como se sabe, el cacique del carbón y principal contratista de ese mineral para la CFE, tenía esperanzas de que el “destapador” de Palacio lo considerara la “corcholata” viable para suceder al gobernador Riquelme. La publicación de una fotografía en la que se le ve intentando acercarse al Primer Mandatario, en el sitio trágico, el sábado pasado, y los guardias del “desaparecido” Estado Mayor Presidencial lo hacen a un lado –por órdenes superiores, seguramente– lo dice todo. * * * El decretazo anunciado apenas desde el Salón Tesorería por el Presidente López Obrador sólo evidencia, una vez más, que las Fuerzas Armadas se imponen sobre su mandato. A medida que toma decisiones como ésta –que viola múltiples artículos de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos–, pasándose por el arco de los aguacates al Poder Legislativo y con la complicidad del Poder Judicial, queda exhibida no sólo su debilidad frente a los jerarcas de la Defensa Nacional y de la Marina Armada, también su talante dictatorial, autoritario. Ya abundaremos, usted y yo, sobre el tema en cuanto él firme el papelito. * * * Por hoy es todo. Agradezco su compañía hasta el punto final de esta columna de opinión y, como siempre, le deseo que tenga ¡buenas gracias y muchos, muchos días!