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Por:  Julio Terrazas

Este fin de semana en México pudimos ver un espectáculo completamente sui generis, y es que los festejos por el día de muertos, se vieron oscurecidos por el artero asesinato de Carlos Manzo, alcalde de Uruapan, Michoacán. Este lamentable hecho, ya comentado por todos los opinólogos de la red, se ha convertido ya en un parteaguas en la administración de Claudia Sheinbaum, quien en un año perdió su cheque democrático, pues parece que ser la heredera de las glorias de AMLO no es suficiente para mantenerse alejada de las críticas y de un bajón enorme en su aceptación, así como la de MORENA.
Por increíble que parezca, Sheinbaum no aceptó ninguna responsabilidad, ni de ella ni de su gabinete en los atroces hechos; por el contrario, señaló a los conservadores, a Felipe Calderón y hasta a los medios chayoteros por el asesinato. Esta actitud por demás mezquina y ruin, le trajo una ola enorme de críticas, sobre todo en redes sociales, que son hoy, la forma más sencilla de medir la aceptación que tiene una figura pública. De manera inmediata sus asesores de imagen, quienes por cierto realizan un trabajo cada vez peor, le aconsejaron que cambiara su actitud, es decir, que dejara la altanería y la mezquindad, para tratar de ser más humilde y menos confrontativa; además de acercarse a la gente en la calle y recibir abrazos, saludos y porras.
Durante este evento, un sujeto se le acercó por la espalda e intentó tocarla; esta acción de inmediato se viralizó, sin embargo las reacciones fueron muy variadas. Por un lado, los morenistas, sobre todo las mujeres, mostraron apoyo y respaldo para la presidenta, mientras que los políticos de oposición criticaron la situación y la clasificaron como caja china, es decir, un intento de desviar la atención hacia otro tema.
En el grueso de la población, el sentir sobre el supuesto acoso hacia la presidenta, fue de incredulidad y de un intento desesperado del gobierno federal por convertir en mártir a la principal señalada por el asesinato de Carlos Manzo. Es evidente que el problema del acoso hacia las mujeres es urgente de atender, sin embargo, el teatro realizado por los asesores presidenciales fue demasiado evidente, pues resulta absurdo que no haya habido mayor seguridad alrededor de la presidenta y que un desconocido se le haya acercado a tocarla sin que ninguno de sus escoltas se percatara de ello.
Parece que la táctica de abrazos y no balazos no funcionó y sigue sin funcionar, solo que ya no está la figura del salvador AMLO para amortiguar los golpes mediáticos y políticos.
P.D. Así como los 43 normalistas van a seguir siendo recordados en el sexenio de Peña Nieto, la masacre de Aguas Blancas a Zedillo y el 2 de Octubre a Díaz Ordaz; el homicidio de Carlos Manzo se va a quedar para la posteridad como el punto de quiebre del sexenio de la primera presidenta de México.