En un discurso ante altos mandos militares en Quantico, Virginia, el expresidente Donald Trump junto con el secretario de Defensa Pete Hegseth lanzaron afirmaciones que generaron sorpresa e inquietud. Trump habló de una invasión interna y dijo que elementos criminales o sociales serían tratados casi como fuerzas hostiles desde dentro. Este lenguaje causó polémica porque la legislación de EE. UU. limita la intervención del ejército en asuntos domésticos.
Durante el evento, Trump también dijo que submarinos estadounidenses patrullan cerca de la costa rusa y anunció planes ambiciosos para modernizar la capacidad nuclear del país. Hegseth, por su parte, abogó por un retorno a estándares militares tradicionales, criticando la inclusión y lo que él calificó como “liderazgo tóxico”. Estas declaraciones pusieron en entredicho el equilibrio entre poder civil y militar en el país.
Varios analistas señalaron que la politización de las fuerzas armadas puede erosionar la institucionalidad, ya que los militares no deberían alinearse partidistamente. Expertos recordaron que la doctrina legal de EE. UU. prohíbe el uso del ejército en tareas policíacas, salvo excepciones muy estrictas. La atmósfera de polarización aumenta el riesgo de que esas fronteras legales se confundan.
Otra arista es el contexto de un posible cierre del gobierno federal, ante el vencimiento del presupuesto. La incapacidad de Congreso y Casa Blanca para acordar financiamiento podría dejar sin paga o funciones a muchos empleados públicos, lo que tensaría aún más la política interna. En ese escenario, el discurso militar podría volverse un elemento simbólico de poder.
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La cercanía entre decisiones internas, declaraciones militares y política exterior es cada vez más difusa. Trump, con este tipo de mensajes, busca proyectar fortaleza y determinación, pero también genera resistencias institucionales. Miembros del Congreso de distintos partidos expresaron su alarma por la retórica y pidieron que se respete el sistema civil de gobierno.
Aunque las declaraciones tuvieron impacto inmediato, queda por verse cuáles serán las consecuencias reales en el funcionamiento de las instituciones militares y civiles. El equilibrio entre seguridad nacional y respeto a las reglas democráticas está en juego.
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