El ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergey Lavrov, soltó declaraciones fuertes durante una reunión ministerial del G20: dijo que Rusia está en una “guerra real” con la OTAN y la Unión Europea, al implicar que esas alianzas apoyan directamente a Ucrania y atacan a Moscú.
Lavrov aseguró que Occidente no es un espectador neutral, sino un actor activo que ha escalado la confrontación más allá del terreno diplomático. Afirmó que los países europeos y la OTAN están provocando y prolongando el conflicto con sus acciones y transferencias de armas.
Sus palabras llegan en un momento de tensión política elevada: Estados Unidos y otros aliados occidentales han endurecido su postura hacia Rusia, mientras acuerdan respaldar a Ucrania con más equipo militar y sanciones contra Moscú.
El ministro ruso sostuvo que cualquier acción de Occidente contra Rusia es parte de un plan deliberado para debilitarla. Luego sostuvo conversaciones con el secretario de Estado de EE. UU., Marco Rubio, quien le instó a cesar las operaciones militares y abrir pasos hacia una negociación.
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Por su parte, Occidente respondió con escepticismo: funcionarios europeos calificaron las afirmaciones de Lavrov como propaganda y recordaron que Rusia fue quien inició la invasión de Ucrania en 2022. Dijeron que apoyar a Ucrania no es agresión contra Rusia, sino defensa del derecho internacional.
En el plano militar, la situación en el frente sigue volátil: hay reportes de incursiones aéreas, drones y violaciones de espacio aéreo en países limítrofes, lo cual eleva el riesgo de una escalada directa entre fuerzas de la OTAN y Rusia.
Varios estados miembros de la OTAN han señalado que podrían tener autorización para derribar drones o aviones rusos que violen su espacio aéreo. Esto refleja que Europa y sus aliados ya se preparan para escenarios más agresivos.
No obstante, también hay división interna entre los miembros de la OTAN: algunos países del flanco oriental quieren respuestas duras, mientras que otros buscan mantener a Rusia dentro de un marco diplomático.
En resumen, las acusaciones de Lavrov marcan un punto de inflexión: Rusia eleva el tono y plantea que el conflicto ya no es solo con Ucrania, sino con Occidente completo.
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