Pues la guerra entre Rusia y Ucrania se acaba de poner más ruda. Después de un viajecito a China, Putin regresó con todo y ordenó el ataque aéreo más grande en meses contra Ucrania. Hasta le pegaron a edificios del gobierno en Kiev.
Dicen que el viaje de Putin a Beijing no fue solo diplomático: amarró acuerdos económicos bien fuertes con Xi Jinping. Van a construir un gasoducto nuevo y también Rusia podrá meter su lana en bonos chinos.
Pero lo que prendió las alarmas fue la foto donde aparece Putin con Xi y hasta con Kim Jong‑un, el de Corea del Norte. Ahí dejaron bien claro que su alianza va en serio y no les da miedo mostrar músculo.
Mientras tanto, Ucrania sigue defendiendo con lo que tiene, pero ya andan diciendo que sus recursos están bien limitados. Aún así, lograron tumbar drones y atacar algunas bases rusas.
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En Estados Unidos ya hay presión para que se pongan las pilas. Políticos allá están diciendo que esto puede escalar gacho si no se actúa con más firmeza.
Europa tampoco está tranquila. Algunos países piensan que si a Putin le sale bien lo de Ucrania, igual y se sigue con otros territorios.
El ataque reciente fue tan fuerte que hubo apagones en varias ciudades ucranianas y también se vieron afectadas comunicaciones importantes.
Putin sigue diciendo que todo es para «proteger a Rusia», pero cada vez son menos los que le creen fuera de su país.
Lo preocupante es que China no nomás está viendo, sino que también está metiendo mano en la jugada, aunque lo niegue. Eso cambia todo el juego global.
A este paso, no se ve claro cuándo va a terminar este conflicto ni cómo.
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