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Lo que más ruido hace no es la acusación. Es el silencio. Y si alguien sabe de ruido y de confundirse sola con declaraciones vagas, es la secretaria de Comunicación de Sonora, Paloma Terán. Ayer, en un intento de desmentir a Luis Chaparro, el periodista que reveló que Alfonso Durazo podría ser detenido en Estados Unidos como “suspect terrorist”, Paloma mandó un comunicado donde no queda claro si habla por ella, por el gobierno o por algún comité de vecinos.

Dice “reiteramos con firmeza”. ¿Reiteramos quiénes? ¿La Paloma y sus múltiples voces interiores?

En la misma respuesta aclara que no habla a nombre del gobernador. Entonces, ¿a nombre de quién lanza un posicionamiento institucional? El colmo: suena más a defensa personal que a estrategia de comunicación.

En una de esas, ni el gobernador se enteró que alguien estaba “desmintiendo” por él.

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Si el gobernador realmente estuviera libre de toda sospecha, saldría él mismo a decirlo, con voz firme, claro y sin rodeos. Pero no.

Prefiere apostar al olvido, como si el silencio fuera suficiente para borrar una acusación tan seria. Se sienta detrás de sus operadores, esos que cuando las cosas se ponen feas, se confunden.

Pero no es sorpresa.

En un gabinete donde el talento anda escaso, algunos veían a Paloma como posible sucesora de Durazo.

Cuando el nivel de talento político se mide por la cercanía al jefe, no por la capacidad, se dan esos delirios. Como si ser leal te hiciera capaz de gobernar.

Como si repetir frases hechas en los bunkers moneristas, bastara para dirigir un estado.

Hoy, por cierto, hay reunión importante.

Durazo tiene cita con su homóloga en Arizona, la demócrata Katie Hobbs.

Menos mal no es republicana.

Con los ánimos tan caldeados entre México y Estados Unidos, ojalá no lo detengan en la frontera. Porque si eso llegara a pasar, estaríamos ante un ridículo nacional y una crisis diplomática… Una más.

Y para no variar, la prensa amiga salió al quite.

Chaparro señaló que comunicadores sonorenses, por órdenes de Paloma supongo, se lanzaron a desacreditarlo. Pero él fue claro: no recibe dinero de gobiernos, “y menos de gente como Durazo”.

Qué ironía.

En Sonora, algunos periodistas prefieren servirle al poder antes que hacer su chamba. Perro no come perro, pero hasta entre los perros hay razas, exclamó el periodista.

En fin. Un gobierno que se dice transparente pero calla.

Un aparato de comunicación que no comunica. Y una prensa local que se vende barato.

Ahí nos leemos el viernes, a ver cómo termina este episodio de Durazo y su gente.

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Por AL PE

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