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POR CARLOS JARAMILLO VELA
“En política vale más ser temido que ser amado”.
Nicolás Maquiavelo.
La reciente entrega a Estados Unidos, hecha por el gobierno de la presidenta
mexicana Claudia Sheinbaum, al poner a disposicion de la justicia de aquel país a
Rafael Caro Quintero y otros 28 personajes procesados en México por actividades
ilícitas relacionadas con narcotrafico y delincuencia organizada, constituye un
acontecimiento inédito que demuestra la urgencia con la que Sheinbaum está
actuando para atender las exigencias de su homólogo, Donald Trump, quien
desde el comienzo de su segundo mandato, el 20 de enero de 2025, ha
presionado a la mandataria de nuestro país, para que cumpla las
responsabilidades sobre combate al tráfico ilícito de drogas y migración ilegal,
omitidas de manera intencional -y con perjudiciales consecuencias- por su
antecesor inmediato, el expresidente Andrés Manuel López Obrador.
Es evidente que Sheibaum, discípula y leal apologista de las posturas políticas de
López Obrador, no actúa por voluntad propia, sino por temor a la amenaza de
aranceles a las exportaciones mexicanas, e intervención militar estadounidense en
suelo mexicano, que Trump ha puesto sobre la mesa; aunque es igualmente cierto
que con tal actuación la mandataria mexicana se contrapone a los designios de su
líder moral y mentor. Estados Unidos perdió la confianza en México cuando López
Obrador dañó la relación entre las dos naciones, al expulsar a agentes de la DEA
y negarse a colaborar con la administración del presidente Joe Biden, en temas de
combate al narcotráfico y migración -por eso “sin decir agua va” la DEA se llevó a
Zambada, operando en nuestro país “como Pedro por su casa”-. El mal
antecedente dejado por López Obrador ha permitido a Trump saber que en el
planteamiento de los temas de seguridad y migración no logrará nada si trata ”por
las buenas” con el actual gobierno de Morena, por ello ha utilizado la amenaza y la
fuerza en su relación con Claudia Sheinbaum.
Independientemente de que Sheinbaum no esté actuando por convicción, sino por
miedo a las eventuales represalias de Trump, es positivo para México el hecho de
que por fin, y aunque sea “por las malas”, el actual gobierno mexicano haya
empezado a abatir la inseguridad y el desorden que toleró Andrés Manuel López
Obrador. Es pardójico que las instrucciones para poner orden en México no
provengan de Palacio Nacional sino de la Casa Blanca, sin embargo, también es
innegable que la actuación de Donald Trump ante su homóloga, Claudia
Sheinbaum, confirma la veracidad de los adagios que rezan: “Donde manda
capitán no gobierna marinero” y, “En política vale más ser temido que ser amado”;
este último, por cierto, establecido hace seis siglos, por Nicolás Maquiavelo.
carloshjaramillovela@yahoo.com
Miembro de la Asociación de Editorialistas de Chihuahua, A.C.