Tras coronarse en 2024, los Dodgers no se recostaron en los laureles. Todo lo contrario: su oficina se movió rápido para armar un plantel que podría ser el mejor de esta generación. Lallegada de Sasaki, un lanzador con una recta que rompe radares con más de 100 millas y un splitter que parece desafiar las leyes de la física, complementa una rotación que ya contaba con Yoshinobu Yamamoto, el brillante as que deslumbró en su primera temporada en la MLB, y Shohei Ohtani, el jugador que redefine lo que significa ser una estrella.

Sasaki, firmado por seis años a cambio de apenas seis millones de dólares, llega con etiqueta de prodigio. Es el tipo de contrato que provoca envidia en el resto de las oficinas de la liga y demuestra que los Dodgers no sólo ganan en el campo, sino también en la oficina. ¿Cómo se mide una ganga en la MLB? Contratar al lanzador que, en 2022, lanzó un juego perfecto con 19 ponches en la liga japonesa y, dos semanas después, estuvo a dos outs de repetir la hazaña.

El currículum de Sasaki en el corto tiempo que lleva en Japón es nada menos que legendario. Durante su paso por los Chiba Lotte Marines de la Liga Japonesa de Beisbol Profesional (NPB), registró una asombrosa efectividad de 2.02 y acumuló 524 ponches en poco más de 414 entradas.

En cualquier otro equipo, la llegada de Sasaki sería una bomba. En los Dodgers, es un ajuste natural. Este es un equipo que entiende el talento japonés como un fenómeno generacional, que construye conexiones más allá del campo. ¿Quién podría rechazar la idea de compartir vestidor con Ohtani, la figura más mediática del beisbol, o Yamamoto, cuya elegancia desde la loma ya se compara con grandes leyendas.

Los Dodgers no sólo están sumando un brazo letal. Están apostando por un núcleo japonés que no se veía desde los días en que Hideo Nomo electrizaba Dodger Stadium. Para un club que ya tiene la mirada puesta en repetir su campeonato, la llegada de Sasaki es la pieza que completa el rompecabezas.