El presidente de Siria, Bashar al Assad, huyó del país después de que los rebeldes asaltaran esta capital.
De acuerdo con la agencia Reuters, Al Assad salió en un avión con sus tres hijos. Al cierre de la edición impresa, su paradero era desconocido.
Según la agencia AFP, un funcionario del gobierno sirio afirmó que hay disposición para cualquier relevo.
«Nuestras fuerzas han comenzado la fase final de cercar la capital, Damasco”, afirmó el comandante rebelde Hasan Abdel Ghani, quien integra la alianza liderada por los radicales islamistas Hayat Tahrir al Sham (HTS), que lanzaron la intensa ofensiva desde la semana pasada.
Además del asedio a la capital, el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH) aseguró que la alianza de rebeldes lanzó una ofensiva en Homs, la tercera ciudad del país, al norte de Damasco.
«Facciones rebeldes entraron en la ciudad de Homs y tomaron algunos barrios, después de que las fuerzas de seguridad y el ejército se replegaran de sus últimas posiciones en la ciudad”, declaró Rami Abdel Rahman, director de esta asociación.
El gobierno negó la presión sobre la ciudad de Damasco.
Según OSDH, el ejército sirio se retiró el sábado de sus posiciones en localidades a unos 10 kilómetros al suroeste de la ciudad.
Sin embargo, el Ministerio de Defensa negó que el ejército hubiera abandonado sus posiciones y denunció versiones “infundadas”.
Esta situación enardeció el ánimo de la población. En un suburbio de Damasco de mayoría drusa y cristiana, decenas de manifestantes derribaron una estatua de Hafez al Assad, padre y predecesor del actual presidente sirio, según videos difundidos en redes sociales.
La ONU reporta 370 mil desplazados desde el 27 de noviembre pasado, cuando los rebeldes lanzaron su ofensiva y tomaron rápidamente el control de Alepo, la segunda ciudad del país situada en el noroeste, y de Hama, en el centro.
Las fuerzas de Al Assad, que cuentan con un importante respaldo militar de Rusia e Irán, nunca perdieron tantas ciudades en tan poco tiempo desde la guerra civil de 2011, que dejó más de 500 mil muertos.
Este avance, facilitado por la retirada del ejército sirio en varias regiones, marca un punto de inflexión en la guerra en Siria, desencadenada en 2011 por la represión de protestas prodemocracia.