Era de esperarse. Como ha hecho siempre, López Obrador les sacó a los argumentos expuestos el domingo por Ernesto Zedillo y recurrió a sus trilladas argucias habituales.
Se cobijó debajo de un post de la plataforma de Elon Musk en el que se enlistaban críticas a la gestión de quien fuera presidente de 1994 al 2000 y repitió su gastada frase de que “ahora sí” los mexicanos vivimos en una democracia. Ni quien se lo crea.
Así, con ese guion, se preguntó y contestó: “¿Quién eliminó las pensiones? ¡Zedillo! ¿Quién expulsó ministros? ¡Zedillo! ¿Quién hizo el Fobaproa? ¿Quién tuvo el error de diciembre? ¡Zedillo”!
“¿Quién privatizó los trenes de pasajeros? ¡Zedillo! ¿Quién se fue a trabajar con una empresa ferrocarrilera que se quedó con los trenes de México? ¡Zedillo!”.
¡Ah! Pero no tiene la culpa, sino el que lo hizo compadre.
Y Zedillo estableció ese compadrazgo, pues lo protegió y, como le recordé ayer, hasta le allanó el camino a la gobernación de la capital nacional, cuando ni siquiera estaba registrado como votante de lo que era el Distrito Federal.
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Tiene razón el ex alcalde de Cancún Carlos Cardín.
Tiene rato que Washington ya le hizo el vacío a quien todavía es presidente de México.
Hasta hace unos meses, recuerda el ahora comentarista radiofónico, había un desfile constante de funcionarios del equipo de Joe Biden por Palacio Nacional, quienes aparentemente sostenían largas reuniones con López Obrador.
Destacaba su asesora en materia de seguridad. Y, claro, la de su secretario de Estado.
Habría que recordar que, en lo más candente del enfrentamiento de Israel contra Hamás, en octubre del año pasado, , Antony Blinken, vino al Zócalo a “persuadir” a AMLO a que asistiera a la reunión de la APEC que se celebraría poco después en San Francisco.
Regresó Blinken dos meses más tarde, en pleno “puente” vacacional decembrino, para intentar realinear al terco López.
Los engañosos comunicados de ambos países siempre se refirieron al tratamiento casi exclusivo de temas migratorios en esos encuentros, aunque pocos lo creían.
Pero ¡ya no! ¡Ya ni siquiera ha habido ese tipo de intercambios en los últimos meses!
Biden ya tampoco responde a sus cartas.
¡Ya no lo pelan!
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Entre muchas otras obras, Luis Spota escribió, novelada, una muy descriptiva tetralogía sobre los usos y costumbres de la política a la mexicana.
Primera de esas novelas fue “Palabras Mayores” en la que se narra el ritual del “destape” del sucesor del presidente en turno, para que posteriormente las fuerzas vivas del partido y lo que hoy se denomina “pueblo bueno y sabio” hagan suyo el nombre del designado.
Con notables variantes, en su mayoría distractores, para que no se escucharan sus palabras y éstas fuesen pronunciadas por otros a través de encuestas, AMLO designó así a Claudia Sheinbaum.
Pero a diferencia de los anteriores presidentes priístas, incluso de los panistas, López ha ido más allá y le ha impuesto programa de gobierno, a través del devastador Plan C, le ha colocado a la mayoría de los integrantes de su equipo de trabajo y ya le arrebató las “Palabras Mayores”.
Fue su compadre Félix Salgado Macedonio quien, para no variar, se saltó las cercas y ya las pronunció en favor del hijo de AMLO. “Andy López Beltrán para el 2030”, dijo el senador guerrerense.
Sheinbaum ¿se quedará quieta, obediente y muda, sin “Palabras Mayores”?
Es muy temprano y no por mucho dar madruguetes…