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Ciudad de México.- El lunes fue testigo de uno de los días más violentos en la historia reciente de Bangladesh, con al menos 109 muertos en enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas del orden. La crisis política que ha sacudido al país alcanzó su punto culminante cuando la primera ministra Sheikh Hasina abandonó el país, dejando un vacío de poder y abriendo un nuevo capítulo de incertidumbre.
Contexto de la crisis
Sheikh Hasina, de 76 años, había gobernado Bangladesh desde 2009, pero su administración fue empañada por acusaciones de fraude electoral y represión de opositores. En enero de este año, las denuncias de manipulación electoral provocaron indignación, y las tensiones crecieron cuando su gobierno reintrodujo un controvertido sistema de cuotas que reservaba más de la mitad de los empleos públicos a determinados grupos. Este sistema fue visto por muchos como una herramienta para consolidar el poder del partido gobernante, lo que desató protestas masivas.
Desde el 1 de julio, millones de personas han salido a las calles exigiendo la renuncia de Hasina. Las protestas, lideradas en gran parte por estudiantes y activistas, se intensificaron rápidamente, y la respuesta del gobierno fue brutal, con el uso de la fuerza letal para intentar sofocar el movimiento.
Cambio de poder
La presión sobre Hasina aumentó a medida que las protestas se intensificaban, y el lunes, los militares finalmente le retiraron su apoyo, un acto que precipitó su huida. El general Waker Uz Zaman, jefe del ejército, anunció por televisión que Hasina había renunciado y que las fuerzas armadas formarían un gobierno interino para restablecer el orden en el país.
Este anuncio fue recibido con júbilo por muchos manifestantes, quienes consideran que su lucha ha liberado al país de una dictadura. Sin embargo, también desencadenó actos de violencia y vandalismo, incluyendo el saqueo de la residencia oficial de Hasina y la destrucción de estatuas del héroe de la independencia, Sheikh Mujibur Rahman, padre de Hasina.
Reacciones y consecuencias
En medio de este caos, el líder del movimiento estudiantil, Nahid Islam, sugirió que el gobierno interino debería ser encabezado por Mohammad Yunus, el economista y Premio Nobel de la Paz, conocido por su trabajo en microfinanzas y desarrollo social. Yunus es visto como una figura neutral y ampliamente respetada, lo que podría ayudar a estabilizar la situación.
El presidente Mohammed Shahabuddin ha comenzado a tomar medidas para reducir la tensión, ordenando la liberación de detenidos y opositores políticos, incluida la exprimera ministra Khaleda Zia, encarcelada en 2018 por acusaciones de corrupción impulsadas por Hasina.
Desafíos futuros
La comunidad internacional ha expresado su preocupación por la situación en Bangladesh. El secretario general de la ONU, António Guterres, enfatizó la importancia de una «transición pacífica, ordenada y democrática». Mientras tanto, la comunidad internacional, especialmente el Reino Unido y la India, está atenta a los desarrollos, y existe un llamado generalizado para una investigación sobre los niveles de violencia sin precedentes en el país.
El destino de Sheikh Hasina sigue siendo incierto. Se informa que su helicóptero aterrizó en una base militar cerca de Nueva Delhi, pero sus planes futuros no están claros, especialmente después de que el Reino Unido exigiera una investigación sobre los eventos recientes antes de considerar darle asilo.
La salida de Hasina deja a Bangladesh en un territorio político desconocido. El vacío de poder podría llevar a más inestabilidad si no se maneja adecuadamente, y los próximos días serán críticos para determinar el curso futuro del país. Mientras tanto, el pueblo de Bangladesh espera que este cambio marque el comienzo de una nueva era de gobernabilidad más justa y democrática.
Con Información de: Excelsior.com.mx a través de MSN.com/noticias/mexico