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Mientras la conversación pública está centrada en la lucha por el poder, las grandes tragedias nacionales se olvidan en Palacio.

Este 28 de mayo, desde 1987, a iniciativa de un grupo de activistas, surgió el Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres, para reafirmar y promover el derecho a la salud como un derecho humano de las mujeres.

Pensado como un espacio para reflexionar sobre ese derecho, hoy es vivido con malestar en un país de más de 64 millones de mexicanas que entre 2020 y 2022 perdieron 2.5 años en la esperanza de vida. El 48 por ciento de ese total no cuenta con ningún servicio médico, una de cada ocho desarrollará cáncer de mama y todos los días, 20 mueren por ese mal; es decir, 7 mil 300 al año.

¿A quién le importan las cifras, aburridas, redundantes, ilegibles? Menos importa que la declaratoria del 28 de mayo llamó a los gobiernos, hace 36 años, a realizar acciones contundentes para que las humanas tengamos una buena vida, sin restricciones o exclusiones.

Deseos convertidos en literatura. Las feministas le pusieron a la jornada la cereza del pastel. Habría que enfrentar no solo la muerte por aborto inseguro, sino ocuparse de los cánceres femeninos. El de mama es la tercera causa de muerte en mujeres, y el del cuello del útero es la segunda causa de muerte en mujeres con cáncer, con 4 mil 335 en 2020; es decir, 11 diarias.

¿Es olvido o indiferencia? La coordinadora del Programa Integral para la Atención, Investigación, Difusión y Capacitación del Cáncer Cervicouterino (conocido como Micaela), Lucely Cetina Pérez, dio un fatal anuncio de que este cáncer puede crecer inopinadamente en los próximos 10 o 15 años.

Primero, dijo, al comienzo de esta administración a Micaela le retiraron los recursos. Igualito pasó con el programa de seguimiento en la Ciudad de México. Hoy revela que la aplicación de la vacuna contra el Virus del Papiloma Humano (VPH) se redujo drásticamente y solo el cinco por ciento de las niñas y adolescentes recibieron esa protección, la única preventiva del cáncer del cuello de útero.

Pero los olvidos; es decir, poner en el último piso la atención a la salud de las mujeres y sus programas de prevención, también determinaron que en este país perdimos años de vida, lo que, según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, México fue una de las ocho naciones en todo el mundo con las más altas cifras de reducción de la esperanza de vida, en promedio de cuatro años.

Además, la mortalidad materna creció hasta el 31.2 por cada mil habitantes, cuando antes de 2019, durante 15 años, se había reducido. Y no hablemos de las 9 mil niñas menores de 14 años que son madres cada año, y de que 50 años después todavía el 24 por ciento de las mujeres no conocen métodos anticonceptivos. Me pregunto por un sistema de salud del primer mundo que nos haga celebrar el 28 de mayo y no lamentar tanto.

Encima, el viernes pasado, en el Consejo de Género de la OEM, nos vinieron a contar que el derecho al aborto seguro está en riesgo, puesto que el IMSS —ahora responsable de la salud nacional— durante 16 años se ha negado a la interrupción del embarazo, aunque en 11 entidades sea legal. Que no le parece, que no quiere, que no le da la gana, aunque todavía hay muertas por aborto. La Secretaría de Salud sostiene que sigue siendo la cuarta causa de la mortalidad materna. O sea, ¿es olvido o son órdenes de Palacio? Veremos…

Por AL PE

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