Para comprender el estado político actual de nuestro país es necesario entender las variables que influyen en la manera en que México se encuentra en el presente. De las variables que podríamos considerar existen la variable institucional, la geográfica, la cultural, y la histórica. Para propósitos de esta columna en específico, enfatizaré la parte histórica el día de hoy y me enfocaré en otros elementos en siguientes publicaciones.
Te puede interesar: JUEGOS DE PODER (Leo Zuckermann )
Los tomadores de decisiones en la administración pública interpretan las experiencias históricas de México para basar sus decisiones. Para analistas como Sebastián Mazzuca (2021), México ha tenido una de las historias más adversas y complejas de los casi 200 países con las que comparte este planeta, sobretodo en el siglo XIX. Mazzuca hace el cálculo de que solamente en el siglo XIX existieron en México alrededor de 100 rebeliones internas, lo que dificultaba la estabilidad del país.
Más allá del déficit de estabilidad doméstica, México fue a menudo víctima de la política de las grandes potencias durante la mayor parte de su existencia temprana. En consecuencia, las interacciones con el resto del mundo se han percibido con frecuencia como fuentes de peligro en lugar de oportunidades, lo que complica las relaciones de México con otros países. La historia del país se encuentra repleta de episodios dramáticos que ponen de manifiesto la vulnerabilidad del Estado mexicano con el resto del mundo y subrayan las restricciones del Estado para dotar de disposiciones básicas de gobernabilidad al país. Por ejemplo, autores como Whitehead (1981) y Kaplan (2012) explican los considerables desafíos de administrar el país debido a las características geográficas adversas y la complicada historia nacional.
México inició su existencia como Estado en el contexto de severas adversidades en los asuntos internacionales e internos. La Guerra de la Independencia (1810-1821) asoló el país pues se estima que medio millón de personas -una de cada doce- habitantes- perecieron durante el conflicto. Además, en las primeras décadas que siguieron a su independencia, el país tuvo un panorama político inestable con solo un puñado de gobiernos que cumplían plenamente sus mandatos constitucionales debido a luchas de poder internas y golpes de Estado. En los primeros dos años de vida independiente, México pasó de ser un imperio a adoptar un sistema republicano y perder sus provincias centroamericanas.
El país también tuvo que repeler varias intervenciones militares extranjeras durante la primera mitad del siglo XIX, incluido un intento de restaurar el dominio español en 1829 y expediciones e intervenciones militares francesas y británicas en 1836, y la Guerra de Castas de 1847-1901.
Además del imperialismo europeo, México también tuvo que enfrentar el creciente expansionismo estadounidense exhibido en el Destino Manifiesto y la doctrina Monroe. Los colonos estadounidenses en Texas se separaron de México en 1836 y la provincia fue anexada a los Estados Unidos en 1845, lo que provocó la Guerra México-Estadounidense (1846-1848). Podría decirse que la guerra con los Estados Unidos es el evento histórico más importante de México. La pérdida humillante del 55% de la extensión territorial por el Tratado Guadalupe-Hidalgo de 1848 y la extrema vulnerabilidad de México durante la invasión estadounidense al territorio mexicano es un episodio que marcó la percepción negativa que tiene México de su vecino del norte. A partir de ese momento, EE. UU. se convirtió en el agente externo que más influyó en la política exterior de México por medios materiales e inmateriales y ocupó un lugar central en sus narrativas políticas. La guerra con Estados Unidos transformó la percepción del vecino del norte de una fuente de inspiración por su guerra de independencia contra una potencia europea y la implementación de su régimen democrático, a un país que representaba una amenaza existencial para México.
Otras amenazas a la existencia del Estado mexicano se originaron con los levantamientos secesionistas que tuvieron lugar antes, durante y después de la guerra entre México y Estados Unidos, lo que denota la precaria situación del gobierno mexicano en ese momento. Por ejemplo, estados como Tabasco, Zacatecas, Yucatán, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas tuvieron insurgencias que buscaban constituir estados independientes y, en casos como la República de Yucatán, integrarse a Estados Unidos.
Además de la tendencia centrífuga del país, demostrada por su desintegración territorial, el acceso al crédito internacional fue otro tema relevante durante la mayor parte del siglo XIX. La situación financiera era desesperada, ya que la recaudación de impuestos era muy limitada. La industria fue destruida debido a las continuas guerras que asolaron el país. Además, el comercio interno se vio desalentado por la falta de infraestructura y el predominio de los impuestos aduaneros del comercio entre las entidades de la República. Por ello, en lo que fue un tema recurrente en la política mexicana hasta el siglo XX, uno de los desafíos más apremiantes de México fue la lucha desesperada por el reconocimiento diplomático para acceder al vital crédito internacional.
El tema del crédito internacional creó círculos viciosos que reprodujeron otras vulnerabilidades para México. Esto se ilustra en la Guerra de Reforma (1857-1860), otra guerra civil que enfrentó a liberales contra los conservadores y donde ambas facciones tuvieron que apelar a las potencias extranjeras en busca de ayuda financiera. Mientras que la facción conservadora contó con la ayuda de los monarcas europeos en el Tratado Mon-Almonte, el gobierno liberal negoció el infame tratado McLane-Ocampo con los Estados Unidos. El tratado McLane-Ocampo habría financiado el lado liberal, que necesitaba con urgencia financiar el esfuerzo bélico. Sin embargo, el tratado comprometió severamente la soberanía de México, ya que habría otorgado varias concesiones a los EE. UU. Tales ejemplos son un derecho perpetuo de tránsito en varias rutas en todo el país, el derecho a intervenir en asuntos internos y la colocación de algunos territorios en el norte de México como pago colateral en caso de que el gobierno mexicano no pagara su deuda (De los Ríos y Riguzzi, 2012). Aunque el Tratado McLane-Ocampo nunca fue ratificado, muestra el nivel de desesperación del gobierno mexicano en ese momento, que estaba dispuesto a poner en peligro su soberanía a cambio de asistencia financiera urgente. Sumándose a los problemas del gobierno mexicano, al final de la Guerra de Reforma, la facción liberal victoriosa encabezada por el presidente Juárez declaró una moratoria de dos años a la deuda externa, lo que desencadenó una invasión de una fuerza militar combinada de británicos, españoles y franceses en 1861 para obligar al pago de esta deuda (El Colegio de México, 2008).
El Tratado de Soledad, negociado en nombre del gobierno mexicano, logró el reconocimiento del gobierno de Juárez por parte de España y el Reino Unido, y también convenció a estas potencias de desalojar el territorio Mexicano. Francia, con ambiciones imperialistas en América y animada por los sectores conservadores del país, decidió invadir el territorio mexicano y establecer el Segundo Imperio Mexicano, con Maximiliano de Habsburgo, archiduque austrohúngaro, como emperador de México. Después de nuestra segunda guerra de independencia contra invasores europeos, nuestro país quedó a la deriva en términos económicos y sociales. Tuvimos una relativa estabilidad política (más no social) con el régimen del Porfiriato, que se extendió más allá de los límites del siglo XIX.
La principal preocupación de México durante la mayor parte del siglo XIX fue salvaguardar la frágil soberanía del Estado frente a grupos internos, y ante intervenciones extranjeras, mostrando repetidamente acciones defensivas tanto en política doméstica como en política exterior. En algunas coyunturas, las posiciones difíciles del gobierno mexicano llevaron a decisiones paradójicas como intentar colocar la integridad territorial del país como garantía colateral a cambio de los fondos muy necesarios para preservar al gobierno contra las amenazas internas, como lo puso ser el Tratado McLane-Ocampo. Además, el hecho circunstancial de que las relaciones entre los estados del norte y del sur de Estados Unidos fueran tensas salvó en más de una ocasión la integridad territorial de México ya que el Congreso de EE. UU nunca aceptó a la solicitud de adhesión de estados mexicanos a la Unión Americana por estas tensiones que después derivaron en la guerra civil de dicho país.
En consecuencia, ¿Cómo nos afecta lo que pasó en el siglo XIX en nuestra vida cotidiana del siglo XXI?
Lo que aconteció en México en el siglo XIX no fue normal. Pocos países han experimentado un nacimiento tan difícil. Por ejemplo, en términos comparativos, a excepción de Haití, la guerra de independencia mexicana fue la más costosa en vidas humanas en las Américas. Esto contrasta con el proceso de independencia de Brasil, que fue incruento.
Lo que pasó en el siglo XIX dibuja un panorama de México como un país con capacidades de administración severamente limitadas. En política exterior, la autopercepción de México –desde entonces- es la de un Estado débil, con autonomía limitada en el escenario internacional y una política exterior que responde frecuentemente a insumos domésticos en lugar de intereses en el exterior. La percepción de la historia nacional influye en la perspectiva de los políticos nacionales y les otorgan un panorama de la situación interna de México, y del lugar de éste en el mundo. Un ejemplo de esta última afirmación es la reiterada referencia del Presidente López Obrador a la historia nacional, y la manera en que la apreciación del Presidente sobre ciertos procesos históricos estructura sus decisiones políticas. Un elemento que ilustra este punto es la valoración del Presidente en que las afinidades políticas actuales se pueden resumir entre una contienda entre liberales y conservadores, tal y como sucedió a la mitad del siglo XIX.
Nos vemos la siguiente semana.
Me puedes escribir a: oloerag@gmail.com
NOTICIAS CHIHUAHUA