Por Carlos Ramírez
A pesar de tener facultades y obligaciones para regular los procesos electorales, la dirigencia actual del Instituto Nacional Electoral ha optado por la pasividad estratégica y contribuir con ello al desorden electoral desde junio de 2021 a las elecciones del próximo 5 de junio.
Después de haber optado por la estridencia de un discurso de alerta sobre los riesgos que amenazan la democracia y de haber ejercido en el pasado facultades extraordinarias y autoritarias para frenar el avance de Morena, el dream team del INE –Lorenzo Córdova Vianello, Ciro Murayama Rendón y Edmundo Jacobo Molina– decidieron hacerse a un lado y abandonar sus funciones de organización de elecciones locales en seis estados de la República.
Córdoba y Murayama non habían mal acostumbrado al modelo Trump de los tuits diarios y a los vídeos dominicales lucidores del consejero presidente, pero en los últimos meses la autoridad electoral ha brillado por su ausencia y los procesos electorales en seis estados han carecido de una autoridad electoral.
El INE aprobó el plan integral y calendarios de coordinación de los procesos electorales locales ordinarios 2021-2022 para establecer con claridad las obligaciones del Instituto en la planeación y “seguimiento a la correcta organización de los procesos electorales locales”. Sin embargo, el desenvolvimiento de los procesos en seis entidades ha estado marcado por el caos, la ausencia de una autoridad regulatoria y la falta de una responsabilidad direccional, como si el objetivo de las funcionarios del INE sea el de contribuir al caos para desprestigiar la política, aunque con esas actitudes de apatía estratégica sean Córdova, Murayama y Jacobo los que más estén contribuyendo al desprestigio de la política y de la democracia.
La desatención del INE a los procesos electorales locales que son su corresponsabilidad es una respuesta de Córdova, Murayama y Jacobo a la iniciativa de reforma política del presidente López Obrador y Morena y a los primeros indicios operativos de reorganización del aparato electoral que se dieron con la reforma institucional en el Instituto Electoral de Ciudad de México.
De manera amañada el plan de atención del INE a las elecciones 2021-2022 se reduce a supervisiones estrictamente administrativas y procedimentales, cuando Córdova se había desgastado al encabezar una cruzada personal de defensa de su enfoque personal de la democracia, llevando al Instituto a espacios de confrontación que no le correspondían y a la construcción de frentes políticos junto con la oposición para caracterizar a Morena y al gobierno lopezobradorista como populistas.
Después de la victoria de Morena en gobernaturas en el 2021 y de la iniciativa de reforma electoral que plantea la reorganización total del INE, Córdova, Murayama y Jacobo se han encerrado en sus oficinas y han dejado las elecciones en seis entidades al juegos de fuerza de todos los grupos en pugna, pero con la circunstancia agravante de que el INE está incumpliendo su papel regulador, ya sea por incapacidad de sus dirigentes o por decisión estratégica de los mismos para aumentar el caos electoral que desprestigie la política e impida la reforma electoral.
En el escenario de las funciones y obligaciones legales, el desorden electoral en las elecciones de gobernador del próximo domingo debe de acreditársele de modo directo a los tres funcionarios responsables de las tareas del organismo electoral nacional y su papel regulador de elecciones locales. Córdova promovió el funcionamiento nacional del INE y anuló a los organismos locales.
El poder legislativo tiene la facultad debe evaluar el funcionamiento y las responsabilidades del Instituto Electoral ante los procesos de 2021 y 2022 y fincar responsabilidades por los desórdenes provocados por la inacción de la autoridad federal electoral. De manera mañosa, Córdova tomó la determinación solo de reducir la realización de las elecciones, pero sin aplicar las reglas de regulación que los facultan a poner orden en el desorden.
La decisión estratégica de Córdova y Murayama de incumplir sus funciones institucionales en procesos electorales sería razón suficiente para un debate político que adelantará su salida del Instituto antes de la terminación legal de sus períodos en abril de 2023 y de incluir la renovación del secretario ejecutivo que termina su gestión en 2026 y que quedaría como cuña de Córdova controlando al INE.
Al final, la inacción estratégica del INE en las elecciones del domingo da la razón a la reforma electoral inevitable.
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