En un conocido restaurante de la ciudad, se avistó juntos a Pepe Jordan y al expresidente del PAN estatal, Diaz Negrete, generando especulaciones sobre el verdadero propósito de su encuentro. ¿Estaban cerrando negocios extraños o simplemente compartiendo un desayuno cordial? La segunda opción parece descartada de plano, pues en las altas esferas del poder no hay espacio para tertulias inocentes; las responsabilidades son demasiado grandes y cada reunión conlleva agenda oculta. La duda persiste, especialmente porque fuentes cercanas indican que tocaron temas delicados, de esos que no se ventilan fácilmente en público, dejando un velo de misterio sobre posibles alianzas o tratos bajo la mesa.
Por lo pronto, Marco Bonilla debería abrir bien los ojos y escrutar a quienes lo rodean, todo por prevención. En política, los aliados fingidos pueden sabotear proyectos ambiciosos, y es clave rodearse de convencidos genuinos. Esta advertencia no busca alarmar, sino alertar: en el ajedrez estatal, un movimiento inesperado puede cambiar el tablero entero. Bonilla, con su visión, merece lealtad a prueba de fuego, no sombras acechantes.
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¡Por fin! El mítico, casi legendario, casi mítico de nuevo, presidente del Fideicomiso Parque Tres Presas, Álvaro Madero, decidió abandonar su cómoda invisibilidad y asomarse a la luz pública. Sí, ese mismo Álvaro que hasta ahora parecía tener un doctorado en “desaparecer cuando más se le necesita”, y cuya única vocera era Verónica Herrera, la directora que hace milagros cotidianos y hasta podría sacar un conejo de un sombrero si alguien le pusiera un premio en frente.
El evento fue el clásico recibimiento del premio Green Flag, donde nuestro alcalde Marco Bonilla tuvo el honor de posar con el galardón. Y ahí estaba Álvaro, como si decir “¡aquí estoy, mundo!” fuera su nuevo hobby. Porque, claro, no estamos hablando de cualquier mortal: hablamos del hermano de Gustavo Madero, aquel panista que ya ni panista es y que, curiosamente, se alineó con Javier Corral, el exenemigo número uno de Maru Campos. Sí, el mismo que soñaba con gobernar el estado y terminó quedándose con un amargo sabor a derrota y sin amigos… si es que alguna vez tuvo.
Álvaro, el hermanito menor, ya había probado la política como alcalde suplente —un trabajo que, digamos, fue “medianamente bueno” —antes de decidir que el mundo empresarial era más amable con él que la política local. Pero ahora que los fantasmas del mal llamado “corralismo” han desaparecido, y la gobernadora Maru Campos ya manda, el escenario parece perfecto para un regreso.
La gran pregunta es: ¿será Álvaro la nueva estrella del firmamento político, o simplemente un cameo más en la eterna telenovela de la política chihuahuense, donde los Madero vuelven como si fueran actores invitados en su propia saga? Solo el tiempo lo dirá, pero mientras tanto, disfrutemos del espectáculo. Porque si algo sabemos de los Madero, es que nunca decepcionan… en drama político, claro.
No cabe duda que en tiempos electorales y de protagonismo tardío, algunos políticos reviven con discursos que rayan entre la nostalgia y la desmemoria. Ahora resulta que el licenciado en Derecho, exalcalde por el PRI, excandidato a diputado federal por Morena y autoproclamado “Chapulín No. 1”, Marco Quezada, se nos destapó como economista de ocasión.
Muy indignado, subió un video a sus redes sociales para criticar a la actual administración municipal, asegurando que Marco Bonilla “tiene exceso de presupuesto y no ha hecho nada”, mientras que en su gestión —según él— “hizo mucho con la mitad del dinero”. Qué conveniente memoria.
El exalcalde compara cifras de dos épocas totalmente distintas: asegura que Bonilla manejó 18 mil millones de pesos entre 2021 y 2024, mientras que él tuvo 11 mil millones entre 2010 y 2013. Hasta ahí, podría parecer una observación razonable… si no fuera porque olvida un pequeño detalle: la inflación.
Resulta que los precios de insumos, materiales y servicios no cuestan lo mismo en 2025 que en 2010, y eso cualquier ciudadano con ticket del súper lo entiende mejor que este improvisado economista. En quince años, la inflación acumulada ronda el 65%, lo que significa que las obras que Quezada presume haber hecho por 400 millones hoy costarían casi 800 millones de pesos.
Pero eso no lo dice, claro. Prefiere jugar al mago financiero, comparando manzanas de hace tres sexenios con peras de la era postpandemia. Quezada cuestiona el crédito de 395 millones de pesos para la gaza del Periférico de la Juventud y Canal, pero omite que los costos de materiales como el acero, el concreto y la mano de obra se dispararon tras 2019, primero por la incertidumbre política y luego por la crisis mundial derivada del Covid-19.
En resumen: no se puede comparar el Chihuahua de 2010 con el de 2025, ni en economía ni en contexto. Si tanto presume de hacer más con menos, que haga el ejercicio básico de ver cuánto costaba el kilo de tortilla, la gasolina o una tonelada de cemento hace quince años. Quizá entonces entenderá que no todo se mide con discursos, sino con datos.
Mientras tanto, el “Chapulín No. 1” sigue saltando de partido en partido y ahora también de cálculo en cálculo, intentando reescribir la historia con la misma ligereza con la que cambia de camiseta política.
La senadora Andrea Chávez Treviño levantó la voz por la terrible violencia que sufrió una perrita en Madera, Chihuahua, un caso que llenó de rabia a muchos y que, según ella, no debe quedar impune. Presentó un punto de acuerdo para exhortar a la Fiscalía y al Congreso local a investigar, sancionar y legislar en favor de los más desprotegidos, especialmente aquellos sin voz. «¡Alto a la crueldad hacia los animales!», clamó, visibilizando un acto lamentable que indigna a la sociedad. Sin embargo, en un país azotado por crisis mayúsculas, surge la duda: ¿es este el foco prioritario para una legisladora de su talla, o solo un intento por captar reflectores mediáticos en medio de temas urgentes ignorados?
Mejor se ponga a legislar por los desaparecidos del país, empezando por las madres del APIS que claman justicia; por la inseguridad rampante, los asesinatos cotidianos y la libertad que muchos delincuentes disfrutan impunemente. La situación del perro es lamentable, pero primero van las familias destrozadas por el reclutamiento forzado de menores en las filas de la delincuencia, el tráfico voraz de fentanilo que siega vidas y la escandalosa falta de medicinas en hospitales públicos. En las altas esferas, las prioridades no se diluyen en causas emotivas; se forjan en el combate real a la impunidad y el dolor humano. Andrea, el Senado exige agenda seria, no solo atención efímera.
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