Monterrey, el Área Metropolitana de Guadalajara y León ya operan con otra lógica: producir parte de su electricidad en sitio para blindar costos y continuidad. El dato es nacional, pero la adopción tiene código postal, con polos urbanos de músculo industrial, cuentas eléctricas relevantes y un principio simple de gestión: generar en el propio techo reduce gastos y baja el riesgo operativo para las empresas.

En 2025 el mensaje está siendo claro: el gobierno elevó a 0.7 MW el tope para que los sistemas solares instalados en los propios inmuebles (techos de plantas, bodegas o tiendas) operen sin permiso especial, y el regulador aprobó el 7 de marzo reglas para usar baterías dentro de las instalaciones, de modo que las empresas puedan almacenar energía, suavizar picos de consumo y evitar paros. Con ese marco, México cerró 2024 con 4,447.92 MW de generación en sitio y más de 106 mil nuevos contratos en el año, y existe un plan federal para añadir ~29,000 MW de capacidad eléctrica en los próximos años. Todo ello representa más facilidad de instalar, guardar y gestionar tu propia electricidad; tener menos volatilidad en la factura y mayores márgenes de ganancia.

Monterrey es el caso escuela. En el último año, manufactura, logística y alimentos pasaron de pilotos a ser despliegues multi-sitio. «La energía solar dejó de ser un piloto: hoy es infraestructura crítica dentro de la operación», dice Juan Miranda, CEO de Solar Change, empresa mexicana que desarrolla e instala proyectos solares para negocios e industria. «En Monterrey y Guadalajara vemos a los líderes de operaciones y finanzas aprobar proyectos en semanas porque impactan la estructura de costos y la continuidad del negocio». El criterio de decisión es pragmático: si los márgenes dependen del minuto de operación, cada kWh propio cuenta.

Guadalajara y su zona metropolitana —con Zapopan como termómetro— están escalando la energía solar empresarial por réplica. El retail y los parques de naves medianas estandarizan proyectos, garantías y mantenimiento, y las cadenas montan el mismo sistema en cada sucursal. El resultado es, instalaciones más rápidas, contratos que cubren varios puntos y ahorros que crecen conforme se suman sedes. Ese manual ya se exporta a Chihuahua, Querétaro y Puebla, donde el nearshoring tensó subestaciones y tiempos de interconexión. Las compañías que se expanden resolvieron lo controlable: producir parte del consumo en sitio mientras gestionan ampliaciones de red.

La segunda ola ya tomó forma en Tijuana, Querétaro, Puebla, San Luis Potosí, Mérida y Aguascalientes. El patrón es de back-to-basics financiero: costos al alza, demanda creciente y cero tolerancia a paros. Se dejó de pensar en «un proyecto» para gestionar «un portafolio». Se decide por paquete, se compra por volumen y se amarran niveles de servicio y mantenimiento con métricas de disponibilidad. «Donde hay picos de consumo y sensibilidad al minuto de operación, la energía fotovoltaica se vuelve el primer ‘sí’ del comité financiero», afirma Miranda. «El caso de negocio ya no depende de incentivos; depende de operar mejor».

El nearshoring terminó de inclinar la balanza. Nuevas líneas y parques industriales no pueden esperar a que se libere capacidad. La energía solar detrás del medidor no resuelve todo, pero afloja presión en horas críticas, suaviza picos y habilita ampliaciones. En Monterrey, León y el Bajío, operaciones y finanzas hablan el mismo idioma: menos volatilidad, más control y un activo que se paga con el propio flujo. Hace dos años sonaba «interesante». Hoy es una condición competitiva.

¿Qué sigue? Tras el «año récord» de 2024, 2025 cierra como el año de la estandarización. Suben especificaciones, los contratos corporativos cruzan estados y los tableros integran energía propia como indicador operativo. «Si damos certeza al manejo de excedentes y habilitamos almacenamiento detrás del medidor, norte, centro y Bajío pueden duplicar su base solar empresarial en 24 meses», proyecta Miranda. «El nuevo diferencial competitivo entre ciudades ya no será solo logístico o de talento: también se medirá en kWh propios.».

El mapa es claro: Monterrey, Guadalajara y León marcan el ritmo por escala y velocidad; Chihuahua y el corredor Tijuana–Bajío–Península avanzan con tracción sostenida. No es una carrera de titulares, sino de costos, continuidad y control. Las ciudades que ya generan parte de su energía compran mejor, reducen picos y protegen márgenes. Esa ventaja se capitaliza trimestre a trimestre.

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