Quienes tenemos algunas décadas en el periodismo hemos constatado que desde la presidencia de Miguel de la Madrid se inició la derechización de los gobiernos en México, Carlos Salinas la profundizó, Ernesto Zedillo, la amplió, Vicente Fox la afianzó, Felipe Calderón la consolidó y Peña Nieto la enseñoró.
Los dueños del país eran los grandes ricos, hasta convertir a los presidentes en simples gerentes, administradores de las riquezas de unos cuantos para su exclusivo beneficio con negocios fuera y dentro de la ley, para la cual se adecuaba la legislación a sus necesidades y caprichos.
Por eso no extraña escuchar, con motivo del 106 aniversario de la promulgación de la Constitución de 1917 emanada de la primera revolución social del siglo XX, al presidente Andrés Manuel López Obrador, cuando dice que en 36 años imperó sólo un “afán de lucro desmedido”, que llevó a modificar los principios y esencia de la Carta Magna.
En Querétaro, como marca la liturgia política, se celebró un año más de nuestra Constitución, considerada en su inicio de avanzada hace mas de un siglo, pero a fuerza de reformas, contrarreformas diría yo, se logró la venta de empresas públicas, bancos, minas y ejidos.
Igualmente se privatizó mediante concesiones y contratos parte de la industria petrolera, eléctrica y telecomunicaciones; se privatizaron ferrocarriles, puertos, aeropuertos y hasta cárceles, con el outsourcing se avanzó en la privatización del IMSS, ISSSTE y toda la administración pública, así la destrucción del Estado Mexicano.
En efecto, en los últimos cuatro años se ha trabajado para devolver a la Constitución “la grandeza de su espíritu original”, como dijo el Ejecutivo, pero todavía quedan muchos escollos que no se vencerán ya en este sexenio, por lo que el siguiente gobierno habrá de continuar esta labor.
Claro que esto sucederá únicamente si el siguiente presidente o presidenta sigue la misma línea política en beneficio de los más y en búsqueda de una mas justa repartición de la riqueza generada en el país por los mexicanos. Habrá que estar muy pendiente y alerta sobre quien sucederá este gobierno.
SUSURROS
Trabajo, responsabilidad, dedicación, lealtad y prudencia, mucha prudencia, son los signos que marcan la vida pública de una periodista de origen, Rosa Icela Rodríguez, hoy una de las mas mencionadas como posible sucesora de Claudia Sheinbaum en el gobierno de la Ciudad de México.
Méritos propios como se resaltan en la entrevista concedida a un diario capitalino por la secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana, actualmente enfrentada con el principal problema del país: la inseguridad, sumada la violencia y el crimen organizado.
Pero hay sensibilidad y trabajo para enfrentarlos, al tiempo de prepararse para la que vendrá, porque seguro algo bueno le deparará el destino, sea en esta capital o fuera de ella, virtudes le sobran.
Al tiempo.