PAUSA.MX

“La Corte no tiene dueño”, declaró la semana anterior, en una reunión con periodistas de El Universal la autodenominada “ministra del pueblo”, Lenia Batres.

En el ese diario, el mismo día, se publico una declaración de la candidata “del segundo piso” y el desplome de la Línea 12 del Metro, Claudia Sheinbaum, también sobre la SCJN: la Corte “defiende intereses”, dijo.

Bien aleccionadas por su amo, ambas se lanzaron en sintonía contra el Máximo Tribunal, tras que éste declarara inconstitucional la llamada Ley Bartlett.

Ambas tienen razón… pero están harto erradas.

La Corte sí tiene dueño: somos los mexicanos quienes a través de la historia y con no pocas luchas –la más reciente con marchas multitudinarias en todo el país—la hemos creado y defendido como vigilante de que los Poderes Ejecutivo y Legislativo cumplan la Constitución a cabalidad, señora Batres.

Y sí, señora Sheinbaum, la Corte defiende intereses. Precisamente los de la sociedad, no los de un grupito populista que pretende adueñarse de ella y de todo el país con mañas, mentiras y estupideces sin fin.

Con la declaración de inconstitucionalidad a esa legislación, la CFE dejará de fijar las tarifas eléctricas exorbitantes que nos cobra para cubrir sus enormes adeudos producto de las ineficiencias de sus actuales directivos.

Con esa demanda por la que ahora pretenden llevar a cabo la barbaridad de un juicio político al ministro Alberto Pérez Dayán, de antemano declarado culpable por AMLO, seguidores y paleros, la SCJN sí defendió intereses: los de la mayoría de todo el país.

Ambas tienen razón… pero su parcial perspectiva 4T está equivocada.

Hermanadas, la corrupción y la política son la principal causa de agresiones a los medios de comunicación y a los periodistas, dio a conocer en septiembre del año pasado la ONG Artículo 19.

La misma organización reportó entonces que lleva registrados alrededor de tres mil ataques –¡sí, tres mil ataques!— a reporteros, comentaristas, editores que se desempeñan en diarios, revistas, plataformas de la red, radio y televisión, tan solo en lo que hasta ese momento llevaba el periodo presidencial de AMLO.

En los últimos cinco años, además, han sido asesinados 43 colegas.

Este flagelo no es sólo en contra de la prensa. Es en contra de la sociedad que así sufre la vulneración de su derecho a estar informado.

Corrupción y política… En ese contexto se inscribe la intimidación, el incendio a su vehículo, sufrida por Yolanda Caballero, en Tijuana, quien ha externado sus sospechas de que la autoría intelectual de la agresión bien pudo ser de la alcaldesa de la ciudad fronteriza, Montserrat Caballero, la misma que se acuarteló con los militares ante las amenazas del narco. ¿Pues que les hizo? ¿En qué no les ha cumplido?

Mientras sabemos, el clima adverso a la información y al análisis se atiza a diario desde Palacio Nacional.

Los demás siguen el mal ejemplo.

No fueron precisamente calzones los que enseñaron los acarreados por Morena, en Nueva York, para agredir a la opositora Claudia Sheinbaum. Pero sí otras prendas de vestir en las que destacaba el logotipo de ese partido.

Mal armada la “protesta”, fue más que evidente en ella no hubo ninguna espontaneidad.

No es ocioso señalar que algunos de esos acarreados son los mismos que, cuando AMLO visita alguna ciudad estadounidense, acuden a vitorearlo, a aplaudirle y a recitar en coro las cantaletas de la Cuarta Transformación.

“¿Quén pompó?”, como constantemente dice el showman de las mañaneras. ¿Pagaron a los acarreados con recursos públicos?

¿Los mismos que se gastaron para colocar un espectacular de Sheinbaum en Times Square?

Ni eso le sale bien a Mario Delgado.

Siempre saca a relucir el cobre.

Por AL PE

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